Modulo Nº 5 (2012) Rapunzel

Estamos listos para comenzar, las inscripciones ¡están abiertas!
Llegó el tan esperado momento y nos hace muy felices volver a reencontrarnos.
Como en todos los módulos anteriores iremos subiendo los distintos momentos del taller y compartiendo todo lo que hacemos, juegos, entretenimientos, fotos, películas y nuestros comentarios, gracias por acompañarnos!.
                                                                                                                            Seño Vero.-

En este módulo trabajaremos con el tipo de texto Leyenda
Podras encontrar en la página:
  • El Distintivo que identifica el módulo
  • Material bibliográfico 
  • Juegos con los personajes más famosos 
  • Video clips de sus canciones conocidas 

               Que lo disfrutes
La hora del cuento

Había una vez un matrimonio que vivía junto a la casa de la Maga Violenta. La mujer
estaba esperando un niño. Ella y su marido estaban muy contentos al pensar en el hijo
que iban a tener. La mujer solía asomarse a la ventana y mirar hacia el jardín de la maga
Violenta. Y un día, vio un hermoso plantel de rapónchigos y se le antojó comer una
ensalada. Le dijo a su marido: "En el jardín de nuestra vecina hay unos rapónchigos
hermosísimos. Si no puedo cenar una ensalada hecha con esas plantas me moriré."
"¡Pero no puedo entrar en el jardín de la Maga Violenta! ¡Se pondría furiosa contra
mí!". "¡Tú verás lo que haces! ¡Yo me moriré si no puedo comer una ensalada de
rapónchigos!".
El pobre marido se quedó preocupadísimo. Y como quería mucho a su mujer y estaba
muy ilusionado con la llegada del hijo que esperaban, se arriesgó a entrar en el jardín de
la Maga. Cuando ya casi había terminado de recoger rapónchigos, apareció la Maga
Violenta: "¡Robando mis hortalizas! ¡Esto te va a costar caro! ¿No sabes que puedo
castigarte de una manera terrible?". "Oh, señora Maga, tenga usted piedad!". Y el buen
hombre le contó que su mujer esperaba un hijo y que había tenido el antojo de cenar
rapónchigos en ensalada.
La Maga escuchó atentamente lo que el hombre le decía y luego contestó: "Bien, bien,
vecino. Conque vais a tener un hijo, ¿eh? Te voy a proponer un trato: yo dejaré que
cojas de mi huerta tantos rapónchigos como tu mujer quiera comer y tú me darás a tu
hijo en cuanto nazca." El pobre hombre estaba tan asustado que aceptó el trato. Su
mujer comió ensalada de rapónchigos todos los días.
Y sucedió que la mujer tuvo una preciosa niña. El mismo día de su nacimiento se
presentó la Maga Violenta. Tomó a la criatura, la envolvió en su mantón y se la llevó a
su casa. Y le puso por nombre Rapunzel, que quiere decir rapónchigo. La cuidó durante
muchos años y le dio una esmerada educación. Cuando Rapunzel cumplió doce años se
había convertido en una bellísima jovencita. Para que nadie pudiera alejarla de su lado,
la Maga Violenta se la llevó a un bosque espesísimo. Construyó allí una torre muy alta
que no tenía puerta ni escalera; solamente tenía tenía una ventanita en la parte más alta.
Y allí encerró a la muchacha.
Cada día la maga Violenta venía a visitar a Rapunzel. Llegaba hasta el pie de la torre y
gritaba: "¡Rapunzel! ¡Rapunzel! ¡Échame tus trenzas!". Rapunzel tenía un pelo
espléndido y larguísimo. Echaba sus trenzas por la ventana y la Maga Violenta trepaba
por ellas hasta entrar dentro de la torre.
Un día, el hijo del Rey, que iba de cacería y se había extraviado, vio la extraña torre. Se
quedó mirandola un rato y tuvo ocasión de ver cómo la Maga subía hasta lo alto por las
trenzas de oro de Rapunzel. Le llenó de curiosidad lo que había visto y todavía creció su
interés cuando oyó una dulce canción que sonaba allá en lo alto de la torre. El Príncipe
consiguió reunirse con sus compañeros, pero ya no pudo olvidar la extraña torre y la
hermosa voz que cantaba dentro de ella. Volvió otro día al pie de la torre y buscó una
entrada pero no la halló y entonces se decidió a gritar la llamada que había oído a la
Maga. Dijo: "¡Rapunzel! ¡Rapunzel! ¡Échame tus trenzas!". Al momento las trenzas
colgaron desde la ventana hasta el alcance de sus manos. El Príncipe trepó por ellas. Al
principio, Rapunzel se quedó muy asustada cuando vio al Príncipe ante ella; pero el hijo
del Rey supo hablarle con palabras tan amables que consiguió tranquilizarla.
El Príncipe y Rapunzel se hicieron muy amigos. El venía a verla todos los días, cuando
sabía que la Maga Violenta no estaba con ella. Entre los dos planearon una estratagema
para que Rapunzel pudiera escapar de su encierro y marchar a palacio para casarse con
el Príncipe. "Tráeme cada día que vengas a verme una madeja de hebras de seda -pidió
Rapunzel-. Yo tejeré con ellas una escala y así un día podré descender de la torre y
montar en tu caballo para irme contigo." Y Rapunzel comenzó a tejer la escala. La
Maga Violenta no sabía nada de este trabajo porque no podía sospechar ni remotamente
lo que estaba ocurriendo.
Pero un día, cuando la Maga acababa de subir a la torre, Rapunzel comentó: "El
Príncipe sube muchísimo más deprisa que vos." "¡Ah, pícara! ¿Qué es esto que oigo?
¡Así que has estado engañándome todo este tiempo! ¿eh? Yo creía que te tenía bien
guardada y tú estabas recibiendo al Príncipe. Bien todavía es tiempo de cortar por lo
sano." Tomó unas tijeras y cortó las hermosas trenzas de Rapunzel. Luego la agarró de
la mano y, por arte de encantamiento, la hizo volar con ella por los aires y la dejó
abandonada en lo más espeso del bosque. La Maga Violenta volvió a la torre y aguardó.
No pasó mucho tiempo antes de que se oyera la voz del Príncipe que decía: "¡Rapunzel!
¡Rapunzel! ¡Échame tus trenzas!". La Maga echó las trenzas por la ventanita y el joven
trepó por ellas. Cuando llegó arriba, en vez de la hermosa cara de Rapunzel, vio la fea
cara de la Maga. "Has venido a ver a tu novia, ¿verdad? ¡Pues no la encontrarás nunca!
¡Fuera de aquí!". La Maga empujó al Príncipe, que cayó desde lo alto de la torre sobre
unos matorrales de acacias espinosas. No se mató, pero las espinas le arañaron los ojos
y se quedó ciego. Comenzó a vagar por el bosque a tientas, sintiéndose el más
desgraciado de los mortales.
Y un día, en que ya estaba a punto de morir de hambre y de tristeza, oyó una dulce voz
que cantaba. La reconoció en seguida y fue siguiendo la dirección que le indicaba el
sonido de la triste canción. Cuando estuvo bastante cerca gritó: "¡Rapunzel! ¡Rapunzel!
¡Ven en mi ayuda!". Y la muchacha salió a su encuentro. Al verle en aquella mísera
condición, Rapunzel lloró apenada. Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del Príncipe
que, al instante, quedaron sanos. Rapunzel y el Príncipe se casaron y fueron muy felices.
De la Maga Violenta no se volvió a saber nada, aunque algunos aseguran que sigue
criando hermosísimos rapónchigos en su huerta.
FIN


Llegó el espacio de juegos! Esperamos que te diviertas mucho en este enlace.

A jugar con Rapunzel

¡has click sobre la invitacion en color y disfruta jugando!


¿Tenes listo el pochoclo? Desde la pantalla podes ver la peli













Rinconcito de Biografías
Los Hermanos Grimm


Hermanos Grimm

Jacob Grimm (Hanau, actual Alemania, 1785 - Berlín, 1863) y Wilhelm Grimm (Hanau, 1786 - Berlín, 1859). Filólogos y folcloristas alemanes autores de una celebérrima recopilación de cuentos populares titulada Cuentos infantiles y del hogar(1812-1822). Las innumerables reediciones modernas de esta obra suelen llevar títulos como Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm o Cuentos de los hermanos Grimm, como si los relatos fuesen de su invención. En realidad, buena parte de su éxito como transcriptores y compiladores de la tradición cuentística oral procede precisamente de su criterio (novedoso en la época) de respetar al máximo la frescura y espontaneidad de los cuentos tradicionales, en lugar de someterlos a artificiosas reelaboraciones literarias.
Jacob y Wilhelm Grimm eran los dos hermanos mayores de un total de seis, hijos de un abogado y pastor de la Iglesia Calvinista. Siguiendo los pasos de su padre, estudiaron derecho en la Universidad de Marburgo (1802-1806), donde iniciaron una intensa relación con el poeta y folclorista Clemens Brentano, quien les introdujo en la poesía popular, y con el jurista e historiador del derecho Friedrich Karl von Savigny, el cual los inició en un método de investigación de textos que supuso la base de sus trabajos posteriores. La exaltación de la literatura anónima tradicional del filósofoJohann Gottfried Herder, por otra parte, influyó decisivamente en sus ideas sobre la poesía y la narrativa popular, a la que concedían un valor superior a la literatura culta en tanto que genuina expresión del espíritu del pueblo.
Entre 1812 y 1822, los hermanos Grimm publicaron los Cuentos infantiles y del hogar, una colección de cuentos recogidos de diferentes tradiciones a menudo conocida como Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. El gran acierto de loshermanos Grimm fue mantener en esta publicación el carácter original de los relatos, preservando su viveza y frescura populares al renunciar a toda tentación de reelaboración literaria. A esta recopilación le siguió otra de leyendas históricas germanas, Leyendas alemanas (1816-1818).
A partir de ese momento siguieron, durante unos pocos años, trayectorias separadas: Wilhelm Grimm se centró en el estudio de la tradición medieval, mientras que Jacob Grimm se orientó hacia la filología con un importantísimo trabajo sobre historia de la lengua, La gramática alemana (1819-1837), que ejercería gran influencia en los estudios contemporáneos de lingüística histórica y comparada.
En 1829 los hermanos Grimm se trasladaron a la Universidad de Gotinga, y de ésta, invitados en 1840 por el rey Federico Guillermo IV de Prusia, a la de Berlín, en calidad de miembros de la Real Academia de las Ciencias. Allí comenzaron su más ambiciosa empresa, el Diccionario alemán, un riquísimo y complejo trabajo del que editaron solamente el primer volumen. La continuación de esta magna obra requirió los esfuerzos de varias generaciones de estudiosos, y no fue completada hasta comienzos de la década de 1960.
Los cuentos de los hermanos Grimm
Los Cuentos infantiles y del hogar fueron publicados entre 1812 y 1822, en tres volúmenes. La colección de poemas y canciones populares El cuerno maravilloso del niño, de Achim von Arnim y Clemens Brentano, dio a los hermanos Grimm la idea de preparar una colección de cuentos populares. Según el propósito de los Grimm, esta obra había de ser sobre todo un monumento erigido a la literatura popular, un documento que recogiese de boca del pueblo lo poco que se había salvado de la gran producción medieval germánica y que constituía la tradición nacional que suponían perdida. Sus fuentes principales fueron, además de los recuerdos de su propia infancia y de la de sus amigos, la gente sencilla del pueblo a la que iban interrogando; en la ciudad de Kassel, por ejemplo, la hija del farmacéutico Wild les repitió muchas historias oídas en su infancia de boca de "la vieja María".
Ilustración del cuento Hermano y hermana en la edición de 1819
Al transcribir estos cuentos procuraron conservar fielmente no sólo su trama, sino también el tono y las expresiones de que aquellas personas se servían. Si bien en algunos casos tuvieron que intervenir para aclarar pasajes ambiguos o confusos, se respetó al máximo la espontánea sencillez de la narración y su estilo oral, inaugurando con ello los métodos etnográficos modernos. Tal rigor carecía de precedentes: hasta entonces, los autores cultos y los literatos (como Johann Karl August Musäus) se habían servido de los cuentos populares como una estructura básica o punto de partida para efectuar una reelaboración estilística y literaria, en la que podían engarzarse además divagaciones morales o alusiones poéticas.
Sólo en una segunda época se aprovecharon también los hermanos Grimm de fuentes literarias (es decir, de relatos divulgados por autores como Lutero, Hans Sachs, Moscherosch o Jung-Stilling), pero esforzándose por hallar bajo las variaciones y los embellecimientos literarios la primitiva ingenuidad de la trama y del estilo (proverbios, repeticiones), guiados sobre todo por su instinto poético. Se ha dicho que estos cuentos se han vuelto verdaderamente populares por medio del libro de los hermanos Grimm. Lo cierto es que ellos supieron darles tanta frescura que pocos libros hacen revivir de inmediato la misteriosa y profunda intimidad de la naturaleza germánica, permitiendo sentirla con el espíritu con que a ella acude el pueblo alemán.
De la mayor parte de las fábulas puede desprenderse una enseñanza moral o una lección práctica, pero el encanto y valor de estos relatos reside ante todo en su auténtica inspiración popular. Forman parte de esta colección de más de doscientos cuentos, entre los que figuran narraciones tan famosas como BlancanievesLa CenicientaPulgarcitoJuan con suerteLeyenda de los duendecillosLa hija del molineroCaperucita RojaRabanitaEn busca del miedoLos músicos de Bremen oBarba Azul.
Aunque según la idea de sus compiladores la obra no estaba destinada a ser un libro infantil, Goethe, apenas la hubo leído, escribió a Stein que estaba escrita "para hacer felices a los niños", y puede considerarse como un gran acontecimiento literario de principios del siglo XIX alemán, porque desde entonces se convirtió en el libro por excelencia de la infancia alemana, con el cual generaciones y generaciones formaron su alma. Sin embargo, el éxito de las traducciones acabó por convertirlo en universal: en el segundo centenario de su publicación se estimaba que se habían editado mil millones de ejemplares en ciento setenta idiomas, una difusión superior incluso a la obra de otro gran clásico de la literatura infantil, el danés Hans Christian Andersen.
La recopilación de los hermanos Grimm dio lugar a una polémica de cierta importancia con Clemens Brentano y Achim von Arnim. Los dos poetas (que en su colección de cantos populares habían precedido de modo contrario a los Grimm, refundiéndolos formalmente en lugar de respetar el estilo y expresividad popular), hallaron desaliñada y pobre la redacción de estos cuentos. Ello se debió a que, mientras Arnim y Brentano no distinguían entre poesía popular y poesía artística y reconocían para una y otra los mismos derechos, los Grimm creían que la poesía literaria no podía sino esforzarse (aunque siempre inútilmente) por parecerse a la tradicional, la cual, representada por las grandes epopeyas o por los cuentecitos, era infinitamente superior y estaba dotada de una fuerza poética metafísica anterior a la misma humanidad.